This transcript has been generated automatically.
Hoy hablamos Episodio 2045 la hiperconveniencia Bienvenido a Hablamos, el podcast diario para aprender español. Como siempre, hoy publicamos un episodio público y gratuito y otro episodio exclusivo para los suscriptores premium. En el podcast premium Rebelló hablamos sobre el poder de la mente. Veremos cosas como el efecto placebo y el efecto nocebo. Puedes escuchar este episodio si te haces suscriptor premium en hoy Hablamos.
Com. Ahora, en este episodio del podcast diario, Paco y yo hablamos sobre los servicios tan cómodos y convenientes que tenemos hoy en día y los problemas que pueden generarnos. Vamos con el episodio. ¿Hola, Paco, qué tal?
Buenos días, queridos oyentes. Pues hoy estoy hiper feliz, hiper contento de estar aquí. ¿Y tú?
Pero hiperfeliz, ale, roi. Pues hiper también es otro prefijo que tenemos en español y lo podemos utilizar.
Bueno, es que ya sabes que me gusta siempre conectar nuestros saludos con el tema que tenemos, que nos ocupa. Entonces, como hoy hablamos de la hiperconveniencia, pues había pensado que por qué no empezar así.
Oye, pues tiene sentido. También es verdad que hiperconveniencia suena a palabra inventada, Paco. ¿Yo cuando leí esto qué es esto?
Vale, Roi, pues que algo es muy conveniente, excesivamente conveniente para nosotros.
Sí, es un término que hace referencia a cuando algo es muy cómodo, muy accesible, muy conveniente. Y es un término que parece ser que se usa en la sociología para hablar del tema del que vamos a hablar hoy, porque hoy hablamos de la hiperconveniencia.
Sí, sí, sí, sí, sí, sí. Es que el episodio de hoy había que hacerlo conveniente, Paco. Cómodo, fácil. No podíamos complicar mucho el inicio.
¿Porque si vamos a hablar de la hiperconveniencia, de que ahora todo es muy conveniente, todo es muy cómodo, todo es muy accesible, cómo no vamos a empezar de forma sencilla y clara?
Bien, Roi, tengo que decirte que este tema me suena. Me suena porque hace unos cuantos meses tú y yo hablamos en un episodio sobre, básicamente, que nos estamos volviendo tontos, nos estamos volviendo más cómodos. Y en aquel episodio, si no recuerdo mal, hablamos bastante la tecnología, cómo la tecnología y la adicción nos está haciendo más tontos. Hoy tenemos un tema un poquito similar, pero con otras ideas.
Sí, hoy tenemos otro tema de tecnología, de cosas malas de la tecnología. Parece que somos contrarios a tecnología, Paco, porque siempre que hacemos un episodio sobre tecnología tiene un enfoque negativo. ¿Te das cuenta?
Sí, es verdad continuamente. Y no sólo nosotros, en general, cuando hablamos de las redes sociales, de Internet y de las tecnologías, vemos los peligros y no la gran cantidad de ventajas que también hay.
Debe ser porque como estamos todo el día trabajando con el ordenador o con el móvil o lo que sea, pues le cogemos un poco de tirria a la tecnología, cuando en realidad la usamos continuamente.
Sí, sí, y al final es también lo que nos da de comer, porque tú y yo nos ganamos el pan gracias a la tecnología.
Pero bueno, el ser humano es así, a veces somos un poco contradictorios. Entonces, en aquel episodio de hace, pues unos meses, si no recuerdo mal, hablamos de que la tecnología es posible que nos esté volviendo tontos, porque como dependemos tanto de nuestro móvil y de las diferentes tecnologías que tenemos, ya no pensamos mucho, ya no ponemos a trabajar nuestro cerebro y entonces nos enfocamos en que nos estamos volviendo tontos. Creo que hoy nos vamos a enfocar más en que nos estamos volviendo vergonzosos, perezosos, impacientes.
Bueno, otras consecuencias negativas de tener tanta tecnología y concretamente de tener tantas cosas de forma tan sencilla gracias a la tecnología.
Sí, y esta idea ha surgido porque hace unos días leímos un artículo en el que se decía lo el 81 % de los jóvenes menores de 35 años siente ansiedad antes de reunir valor suficiente para realizar una llamada. Repito, Roi, el 81 % de los jóvenes menores de 35 años se siente ansioso, siente ansiedad antes de hacer una llamada.
Sí, sí. Aparte has dicho antes de reunir el valor suficiente para hacer una llamada o para realizar una llamada.
Vale, es una situación incómoda, una situación nueva, no sabes con qué persona te vas a encontrar al otro lado del teléfono, si va a ser simpática, antipática, tienes incertidumbre porque tienes dudas, por ejemplo. Pero es un dato muy alarmante, ocho de cada 10 jóvenes sienten miedo o ansiedad.
Es algo terrible, es una situación eso es como ir a la guerra casi, tener que llamar por teléfono, por Dios. Y yo me río de esto, pero a mí me pasa un poquito.
A mí me pasa un poquito. Quizá no llego a un nivel tan terrible como sentir ansiedad por tener que llamar y tener que reunir valor para llamar, pero sí que reconozco que a mí a veces me da un poco de palo llamar, me da un poquito de vergüenza o apuro. No sé si llego a tener ansiedad, yo creo que no, pero como que no me apetece hacerlo. Entonces le digo a Rebeca mi llama tú, llama tú, que yo que mi móvil no tiene batería.
Esto es como cuando éramos niños y teníamos vergüenza de hacer algo y se lo decíamos a nuestros padres que llamaran o hicieran algo por nosotros.
Y es así, no es tan raro. Porque, por ejemplo, si tu pareja es menos introvertida o menos tímida o menos vergonzosa que tú sí, lo que pasa.
Es que a ver, quizá llegar al punto de es que yo llamar por teléfono esto es muy duro. Esto es muy duro para mí. Por favor, llama tú, que yo no puedo.
Esto es un poco lo que yo siento. Quizá lo estoy exagerando, pero es un poco triste. Paco yo estoy trabajando en ello. Yo tengo que ir a terapia.
Roi pero cómo es posible que te dé palo o vergüenza si luego tu trabajo consiste en hablar para miles de personas con este podcast?
Correcto, pero no me responden. Yo aquí, cuando estamos tú y yo, yo estoy como si realmente fuera una conversación entre tú y yo. Por supuesto que luego la van a escuchar muchas personas, pero yo no pienso en eso. No pienso en que este audio lo van a escuchar 20000 personas o 15000 personas. ¿Ves?
Bueno, pues eres esto, Roi, entonces, fíjate. Y es que como tienes menos de 35 años, pues puedes estar dentro de este grupo. Como decíamos, ocho de cada 10 jóvenes sienten vergüenza a la hora de llamar.
Y esto, Roi, me recuerda que cuando era adolescente también tenía muchísima vergüenza a la hora de hacer llamadas. 1 vez tenía que llamar a la secretaría del instituto y estuve como dos o 3 h pensando en qué tenía que decir, cómo podía hacer la llamada, preparándome el diálogo, la conversación o imaginándome cómo sería. Y finalmente, después de dos o 3 h de sufrimiento, reuní el valor para llamar. ¿Y fue una conversación de 10 s tengo que enviar este documento, sí o no? Y ya está.
Exactamente, fue una tontería. Pero esos segundos de llamada me dieron tanto estrés, me supusieron un estrés tan grande, que luego inmediatamente me fui a la ducha porque estaba tan sudado, había sudado tanto que me fui a la ducha directamente.
Esto hay que cambiarlo. Esto hay que cambiarlo. No puede ser que suframos tanto por tener que llamar. Tú imagínate que escucha esto un veterano de la segunda guerra mundial, por ejemplo. Tú imagínatelo.
Guau. Debe estar debe estar nervioso porque tiene que hacer una llamada dentro de poco. ¿Y seguro que ahora también hasta los veteranos tienen ansiedad por llamar, no? Porque la tecnología nos atrofia a todos. A los jóvenes más rápido, porque los jóvenes estamos más en contacto con la tecnología.
Pero cuidado, incluso a ese veterano de la segunda guerra mundial puede acabar afectándole la tecnología.
¿Pero Roi, también es una cuestión de práctica, no crees? Y es que es normal que te dé vergüenza llamar si nunca llamas. En cambio, no sé, si llamas cada fin de semana a un restaurante, pues a lo mejor la primera vez sí que te va a dar vergüenza reservar una mesa, pero ya la segunda, la tercera y el resto va a ser muy fácil, porque siempre lo mismo. Es muy fácil.
Sí, y al final son películas que te montas en tu cabeza. En realidad, cuando tú llamas a un sitio, un restaurante o lo que sea, al sitio le da igual, te va a atender. Incluso imagínate que son un poco desagradables. Bueno, no pasó nada. En la vida a veces hay situaciones desagradables y hay que normalizarlas.
Pero claro, cuando estás habituado a no experimentar esas situaciones, ya sean agradables o desagradables, cada vez coges más miedo, te cuesta más hacerlo. Entonces es un círculo vicioso, porque lo haces menos veces, tienes ansiedad, un poquito de miedo, incertidumbre por lo que va a pasar en esa llamada. Y poco a poco aumenta esa ansiedad y ese miedo por una cosa tan simple y tan tonta como llamar. O sea, que no estás llamando a un secuestrador para negociar el rescate de tu familia. Vamos a ver qué es llamar para reservar un restaurante o llamar para preguntar por algún trámite burocrático que tienes que hacer.
O sea, son tonterías, pero no, nosotros nos sentimos como si fuéramos el FBI llamando al peor secuestrador del mundo.
Es una cosa exagerada, Roi. Es increíble. Pero bueno, una cosita más que quería añadir, y es que te has dado cuenta de que si nos da vergüenza, a muchos jóvenes les da vergüenza llamar. Por eso enviamos muchos mensajes. No es casualidad que WhatsApp y otras aplicaciones de mensajería funcionen tan bien, porque esas aplicaciones nos dan muchas opciones.
Claro. Y al final ha sido algo paulatino, poco a poco. Cuando empezamos a usar WhatsApp, hace más de una década, al principio seguíamos llamando, pero poco a poco empezamos a usar los mensajes. Era más cómodo, no tenías que gastar dinero en llamadas, porque antes costaban dinero. Ahora casi siempre las tienes incluidas en tu plan de móvil.
Y poco a poco nos fuimos habituando a esa comodidad. Ay, qué cómodo estoy aquí. Es como la típica historia de la rana. La rana que la cocinan y al principio la rana está cómoda en el agua, en la olla, está muy bien, va subiendo la temperatura y luego tienes ancas de rana para comer. Entonces, para la rana no ha sido un final feliz.
Pero la rana estaba muy cómoda esa agua y no salió de ahí. No sé si esa historia es cierta. Por cierto, siempre se cuenta esto. No sé si realmente si tú haces eso, la rana se queda ahí o acaba saliendo. No sé cómo funciona esto.
Por favor, Roi, no hagas el experimento. Deja a las pobres ranas tranquilas, las.
Voy a dejar tranquilas. Entonces, yo creo que ha pasado un poquito eso. Y como con esto, con todo, no es que de la noche a la mañana hayamos cambiado nuestra forma de ser o nuestros hábitos, sino que poco a poco nos hemos habituado a estas opciones más cómodas.
Pero estamos llegando a un punto, Paco, un poco terrible, que nos dé vergüenza llamar a ti y a mí. O sea, que tenemos 30 años, somos adultos funcionales. Bueno, no sé, quizá no somos muy funcionales.
Y esto me recuerda bueno, podemos poner más ejemplos. Nos hemos centrado mucho en en el tema de llamar, porque ahora llamar es como algo que nos cuesta, porque tenemos formas mucho más cómodas de comunicarnos, con los mensajes y tal. Pero también ocurre en muchas otras situaciones. Y esto me recuerda a una historia que escuché de un hombre que estaba entrevistando a un candidato.
Estaba buscando un trabajador. No recuerdo para qué trabajo, pero bueno, estaba contratando gente. Entonces estaba entrevistando a un chaval, a un chaval joven, y tenía muy buen perfil. Este chaval pensaba que iba a ser un buen candidato. Pero claro, cuando tuvieron la entrevista, de repente se dio cuenta de que a este chaval le costaba mucho hablar.
Como que de vez en cuando se quedaba pensando mucho tiempo, se quedaba como y bueno, esto así. Y no entendía, el entrevistador no entendía por qué este chaval que tenía tan buenos estudios, tan buen perfil, por qué le costaba tanto hablar. ¿Qué estaba pasando? ¿Estaba enfermo? ¿Tenía un mal día?
¿Estaba nervioso? ¿Y sabes qué le respondió este chico? Le respondió que le estaba costando encontrar las palabras que quería usar. ¿Porque él estaba muy habituado a usar chat GPT cuando tenía alguna duda, cuando no sabía cómo expresar alguna idea o alguna palabra, estaba habituado a preguntarle al chat GPT Oye, chat, cómo digo esto? ¿Cómo me expreso?
¿O cómo respondo a este email? Y se había habituado tanto a recurrir al chat cuando tenía alguna duda o no sabía cómo expresar algo, que no era capaz de hablar claro.
Y durante la entrevista no podía coger el móvil para preguntarle. Dame un segundito, entrevistador, que voy a preguntarle a ChatGPT a ver qué me dice. Te respondo en 20 s.
Por supuesto que chatgpt y todas estas inteligencias artificiales pueden ser herramientas muy útiles, pero nosotros tenemos que ser capaces de hablar también. No podemos delegar la conversación en el chat GPT. Por ahora.
Tú lo has dicho, Roi. ¿Pues sabes qué? Tenía una amiga en la universidad que me decía que estaba chateando, que estaba intercambiando mensajes con otro amigo, otro compañero, de clase. Entonces hablaban cada día o casi cada día por WhatsApp y me decía que le gustaba este chico, que era súper guay, que se lo pasaba muy bien hablando con él, que tenía carisma y bueno, se le daba bien escribir o enviarle mensajes por móvil.
¿Pero qué pasa? Que luego en persona no tenía tanto carisma porque me decía que estaba un poco decepcionada porque cuando se veían en persona, pues él era un chico muy poco hablador, muy aburrido, que no le dirigía mucho la palabra porque le daba vergüenza hablarle. Entonces sí, le gustaba ese chico cuando hablaban por WhatsApp, pero luego en persona no le gustaba.
Le gustaba la palabra escrita de ese chico. Es como si te gusta Cervantes, oye, me gusta mucho Cervantes, escribe muy bien. Pero claro, luego en persona bueno, está muerto Cervantes.
Era un chiste un poco malo. Pues es un poco triste, pero yo estoy pensando que esto ahora debe ser 10 veces peor. No lo sé porque no estoy en el mercado de ligar porque tengo pareja desde hace muchos años. Pero ahora todo el mundo tiene Tinder. Ya.
En mi época sí que había Tinder, pero era mucho menos común. Ahora todo el mundo tiene Tinder. Y supongo que los jóvenes, y no tan jóvenes, porque hay de todo en Tinder, están muy habituados a usar la aplicación. Que es muy conveniente, Paco. Es hiper conveniente.
Como el tema de hoy. ¿Es súper conveniente porque si ves la cara de una persona que no te gusta, dices fuera, fuera, bicho, no? Muy superficial. Pero es así, o sea, le das que sí o que no por una foto.
¿Claro, porque es que ahí no puedes juzgar si esa es una persona buena, inteligente, simpática, no?
Ahí juzgas la foto, me imagino que también la descripción, pero luego en persona es diferente. Todo el mundo tiene una foto de perfil magnífica. El problema es que luego hay gente, por ejemplo yo, que ni siquiera puede encontrar una buena foto de perfil y tenemos la excusa de que no somos fotogénicos.
Pues tú y yo ahí ya no tendríamos mucho futuro en estas aplicaciones. Pero bueno, siempre puedes contratar un fotógrafo profesional o algo así.
Inviertes, Paco, inviertes. Hay que invertir un poco. Bueno, pues la cuestión es que claro, usamos tanto estas aplicaciones que es posible que esto afecte a la forma de ligar y afecte a las habilidades de ligar. Porque pongamos un ejemplo de la típica persona que ligaba un poquito de vez en cuando y tal, empezó a habituarse a usar Tinder porque es muy cómodo, muy rápido, muy simple, muy sencillo. Puede ser que poco a poco ya no sepas muy bien cómo empezar una conversación en un bar, en una discoteca, en un parque, en una lavandería, en donde sea.
Iba a decir que una lavandería es un lugar absurdo para ligar, pero no, no, un buen lugar puede estar bien.
Ves la ropa interior de la otra persona y dices Oh, es más sexy, menos sexy. Yo, por ejemplo es un depravado.
Bueno, pero digo también porque a veces puedes juzgar a una persona por su ropa interior. De hecho, yo tendría que comprar ropa interior para ir a ligar a una lavandería. ¿Yo de hecho compraría ropa y la llevaría a la lavandería para que la gente viese unos calzoncillos así nuevos, bonitos, de Calvin Klein o algo así, porque yo uso los baratos del supermercado, sabes?
A ver, sucios van a estar, Paco. Si voy a la lavandería no los voy a llevar limpios. No, eso sería sospechoso. Imagínate, tú estás ahí, vas a ligar a lavandería y ves que hay una chica que lleva toda la ropa limpia. Y dices esto es sospechoso.
¿Por qué traes la ropa limpia a la lavandería? Claro, no puede estar muy sucia tampoco. Porque si está muy sucia te juzgarán también. Dirán Uff, mira qué sucio, tiene toda la ropa. Qué guarro, qué guarro.
Entonces, para ligar en la lavandería tendrías que buscar el punto intermedio, que no.
Estuviera demasiado limpia, pero eso, que tampoco demasiado sucia, porque al final vas a ser el guarro del barrio.
Claro. ¿Creo que lo que tendrías que hacer es coger ropa limpia y ensuciarla tú, sabes? Como prepararla bien.
La ensucias tú con un poquito de ketchup y tal. Dices Vale, así, perfecto. Esto transmite que soy un tío guay, pero no muy guarro, que me gusta la aventura. La manchas, un poco de barro la ropa. No, es que fui a hacer senderismo, Scale Everest y tal, y ahora estoy aquí limpiando mi ropa.
Roi, creo que ese plan tuyo hipotético tiene fisuras. Es un plan con fisuras. No sé si me acaba de convencer.
A ver, no lo sé, pero da igual. Porque hoy en día la gente, como está habituado a usar las aplicaciones de ligar, ya no saben ligar en la lavandería como hacían nuestros abuelos.
Bueno, ellos no tenían lavadora, pero ligaban en el río, Paco. Iban al río y ligaban allí.
Sí, Roi, y como tampoco en aquella época había teléfonos móviles, pues no pasaban por ese estrés por el que pasamos ahora.
Sí, quizá el problema es que ahora tenemos demasiada conveniencia, demasiada comodidad, y nuestros abuelos tenían demasiada poca. O sea, hay que buscar el equilibrio.
Tampoco digo que vivamos como nuestros abuelos, pero bueno, hoy en día somos demasiado cómodos. Estamos habituados a tener todo de forma muy sencilla.
Y tiene sentido al fin y al cabo, Roi, porque estás con tu móvil en el sofá, estás viendo una película, te apetece algo, algún plato tailandés, chino o lo que sea, y entonces con la aplicación directamente pides la comida. Ni siquiera tienes que llamar.
¿Y antes qué tenías que hacer si querías un tailandés? Pues tenías que irte a Tailandia, y no había aviones, entonces tienes que ir en barco, o caminando, o en un carro de caballos.
En el pasado era muy valioso, más valioso que ahora, tener un amigo tailandés que supiera preparar comida tailandesa. ¿Porque al fin y al cabo no había muchos restaurantes, no?
O sea, no sé cuándo vendría el primer tailandés a España, pero seguro que no hace mucho, porque ahora hay muchos tailandeses y bueno, gente de un montón de países distintos. Pero a lo mejor hace 50 años no había ninguno en España. Quizá alguno habría, pero muy poquitos.
Se suele decir eso, que tener un amigo es un tesoro. Pues tener un amigo tailandés en aquella época era un tesoro de los grandes.
Sí, si te gustaba la comida tailandesa, por supuesto que sí. Pero bueno, seguimos con más ejemplos. Paco, has puesto el ejemplo de pedir comida a domicilio.
Ya no cocinamos, ya no tenemos que comprar alimentos para cocinar. Ya desde el sofá pedimos la comida a domicilio. Y aún así tenemos que hacer el esfuerzo de ir hasta la puerta, Paco, que a veces nos cuesta ay, ya mal de el de globo o el de justicia o lo que sea ay, tengo que ir hasta la puerta, qué cansancio.
¿Por qué esa persona no sube a la cocina y mete ya la comida en la nevera? Los repartidores son muy perezosos.
Bueno, esto es una broma, pero a lo mejor en 30 años la comida a domicilio será la comida al sofá directamente. Imagínate. O sea, no lo sé. Esperemos que no esperemos que no lleguemos a un nivel tan extremo. Pero imagínate que pagando €1 más, el repartidor entra en tu casa porque imagínate que dentro de 30 o 40 años todas las casas tienen cerraduras inteligentes.
Entonces tú desde el móvil activas para que se pueda abrir la cerradura y el repartidor entra en tu casa y te deja la comida en el sofá, donde estás tú ahí sentado viendo tu película. Y te la deja ahí, Paco, para que no tengas que moverte nada.
Sí, sí. Y en caso de que la comida no esté preparada y simplemente hayas pedido los productos del supermercado, pues es posible que también vaya a meterte los productos en la nevera, en la despensa y tú ni siquiera tengas que moverte.
Sí, y el nivel superior ya sería que tú pagases un extra para que te ponga la comida donde estás sentado, en el sofá o lo que sea.
Pero ya pagar otro extra para que te dé de comer el repartidor, que coja la cuchara y diga venga, una cucharadita, un cachito más de hamburguesa, una patatita. Ese ya será el nivel extremo de comodidad al que llegaremos dentro de 50 años seguramente.
Pero no sé si funcionaría tanto, porque hoy nos estamos centrando en la vergüenza, en la timidez o en no hacer esfuerzos extra. Y creo que sería bastante vergonzoso que el repartidor tuviera que darte comida.
Pero bueno, ya veremos cómo evoluciona la sociedad. Bueno, pues más ejemplos. Hemos hablado de la comida a domicilio, también podemos hablar de las compras en general, no solo comida, pero Amazon y todas estas webs de comercio electrónico han revolucionado las compras y ahora estamos habituados a recibir el producto en menos de 24 h. Y en algunas ciudades incluso tienen esto de la entrega en 2 h. Dentro de poco será entrega en 1 min.
Entrega en que voy a hacer clic, ya estoy aquí, ya estoy aquí, no hagas clic, tranquilo, ya tengo el producto, no tienes que hacer clic, ya estoy aquí con tu quita pelusas.
No sé si es un gran ejemplo ese. ¿Y eso es impresionante, Roi, porque 2 h ya los repartidores te llevan los productos o las cosas que has pedido a tu casa en 2 h. Tú te acuerdas de hace unos cuantos años que aceptabas con placer, incluso con una sonrisa en la cara, que tu pedido llegara dos semanas más tarde?
Tres días, cuatro días, dos días. A veces, si pagabas un extra, podías tener las 24 h, pero tenías que pagar un extra. Entonces, muchas veces siempre era un envío de tres o cuatro días. Y si comprabas en otro país de la Unión Europea, ya eran varias semanas. Y si ya comprabas en China, por ejemplo, en EE.UU.
ya un país mucho más lejano, un mes era muy normal. Ahora compramos en China, en Aliexpress, en Shein o donde sea, y tarda una semana. Y ya nos desesperamos Ah, una semana, oye, solo tiene que venir desde China. O sea, una semana. Te quejas.
Y luego quieres poner una mala reseña en la página porque has tenido que esperar tanto.
Entonces, claro, nos estamos volviendo muy exigentes, nos estamos habituando mucho a esta comodidad. Y estoy pensando Paco, que incluso llega a un nivel la comodidad que ya no tenemos que decidir porque hay tantas opciones que ya no sabemos que elegir. Un ejemplo es lo típico, las series, las películas en Netflix o lo que sea. Entonces ya muchas veces un algoritmo decide por nosotros.
Tú por ejemplo, si tienes TikTok, tú no eliges lo que ves en TikTok. A ver, sí que puedes seleccionar algunas preferencias y tal, pero generalmente la gente cuando abre TikTok simplemente empieza a ver vídeos y empieza a deslizar y no eres tú realmente el que está eligiendo los vídeos, los elige la plataforma por ti, basándose en tus gustos. Pero claro, es un poco raro porque estamos delegando la decisión en un algoritmo.
Sí, Roi, vas a estar ahí 2 h enganchado al móvil sin haber elegido nada de lo que estás viendo. Pero básicamente ese algoritmo ya sabe lo que te gusta o lo que te engancha.
Sí, lo que te gusta o lo que te engancha. Eso es algo interesante porque a veces a mí hay cosas que no me enganchan en la vida en general, pero me gusta, pero me cuesta que me enganchen. A veces ves una película de 3 h y es buena la película pero no te engancha en los primeros 10 min. Pero hoy en día si no nos enganchan 5 s ya no nos gusta. ¿Pero claro, yo creo que no es lo mismo que algo te guste a que algo te enganche, porque hay cosas que te pueden enganchar que no son tan buenas para tu vida, sabes?
Bueno, pues drogas sí que sería un ejemplo extremo, pero bueno, a lo mejor estás pasando muchas horas en TikTok y no digo que no tengas que pasar tiempo en redes sociales o que no tengas que pasar tiempo en ocio en general, pero quizá no es un tiempo que aprovechas tanto. A lo mejor hubieras disfrutado más esas 2 h en lugar de ver TikTok, verte dos capítulos de una buena serie o verte pues dos o tres vídeos de YouTube de un Youtuber que te gusta mucho. Algo así, algo más profundo.
Pero bueno, ya sabes que yo tengo mucho odio por estas aplicaciones de vídeos verticales. Aquí tengo un sesgo muy negativo porque yo soy así.
He empezado diciendo que estoy hiper feliz, hiper contento, pero después de tanta negatividad y tantas críticas voy a decir que estoy hiper estresado, hiper preocupado.
Ya, la verdad, ya lo dijimos al principio, este iba a ser un episodio negativo. Siempre que hablamos de tecnología somos muy negativos, muy pesimistas, pero bueno, en realidad la tecnología nos ha dado un montón de cosas muy guays y muy cómodas, pero hay que tener un poquito de cuidado con esto, porque si nos habituamos a vivir de forma tan cómoda, ya no vamos a vivir.
Dentro de poco nos olvidaremos de vivir incluso porque estaremos habituados ya a la comodidad, que cualquier pequeña tontería y cosa que se salga de lo cómodo nos va a frustrar mucho y nos va a hacer que nos sintamos muy mal.
Bueno, pues Roi, no sé. Entonces lo que tenemos que hacer es buscar el equilibrio. Vamos a acabar de una manera un poco más tranquila. ¿Buscamos el equilibrio, pero cómo encontramos ese equilibrio?
Pues no lo sé. Cada persona tiene que buscarlo. Yo hablo mucho, pero yo soy de los que tiene ansiedad por llamar, entonces creo que hay que buscarlo. Si tienes ansiedad por llamar, llama, llama de vez en cuando, pierdes ansiedad, que es una tontería. Si pasas 4 h en TikTok todos los días, pues intenta pasar tres.
O intenta en lugar de estar 4 h en TikTok, 4 h haciendo algo de ocio. Pero que no sea TikTok solo, porque es posible que no seas tú realmente quien está diciendo eso, o no, a lo mejor te encanta y te lo pasas genial. Pero bueno, busca el equilibrio, Paco. Intentar no elegir siempre la opción más cómoda. No significa que tengamos que sufrir, pero no siempre elegir lo más cómodo, lo más conveniente.
Vale, Roi, pues me has convencido. Estas palabras ya me han convencido. Voy a trabajar en eso y voy a ser a partir de ahora una persona menos hiperconveniente.
¿Lo próximo que vamos a hacer es trabajar de telefonistas, vale? Para perder el miedo a llamar. Venga, hablamos la semana que viene, Paco. Cuídate mucho.