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Hoy hablamos Episodio 2074 la despoblación rural Bienvenido a Hablamos, el podcast para aprender español cada día.
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Hace no mucho leí un artículo donde se decí cuando los pueblos desaparecen, el individuo pierde su identidad.
Pues bien, de pueblos y zonas rurales que desaparecen es de lo que vamos a hablar en el episodio de hoy.
Veremos muchas cosas, muchos paisajes, muchas ciudades, muchos pueblos y nos daremos cuenta del enorme contraste que puede haber en pocos kilómetros.
No me refiero al contraste paisajístico de mar y montaña, me refiero a que vamos a pasar por ciudades atestadas de gente y por otros lugares que parecen prácticamente abandonados.
¿Por qué toda la población parece agrupada en ciertos puntos y hay zonas sin apenas población?
La despoblación rural es un fenómeno demográfico y territorial por el cual hay unas migraciones de la gente hacia grandes ciudades y grandes capitales de provincia, dejando las zonas rurales y pequeñas capitales de provincia con menos población.
Este fenómeno en España tuvo su auge allá por los años 50, donde hubo un éxodo rural hacia las grandes ciudades.
Para que te hagas una idea, Madrid es la ciudad más poblada de España y cuenta con 3 millones y medio de habitantes aproximadamente.
Y la capital de provincia con menos población es Teruel, con unos 36000 habitantes.
Históricamente, ese éxodo se origina cuando el país se industrializa, se construyen fábricas y se necesita mano de obra.
Por supuesto, este es un fenómeno que se da a nivel global, aunque nosotros vamos a centrarnos en España.
Según la ONU, el 54 % de la población mundial en la actualidad reside en áreas urbanas y se prevé que en el año 2050 llegará al 66.
En el caso de España, los datos dicen que más del 85 % de la población vive en menos del 20 % del territorio.
Es lo que comentábamos antes, la industrialización hace que las grandes industrias y por lo tanto las ofertas de trabajo se concentren en grandes ciudades.
Eso hace que la gente salga de las zonas rurales para buscar más oportunidades de trabajo y también mejores salarios y mejores condiciones laborales.
La gente busca mejorar su condición laboral, su situación económica y por lo tanto, su calidad de vida.
Además, gracias a ese aumento de población, las zonas urbanas poco a poco van teniendo mejores infraestructuras, servicios y equipamientos.
Más gente va a vivir a un sitio como hay tanta gente, es más sencillo mejorar los servicios y y eso atrae a más gente.
Y la gente no solo vive en las ciudades por el trabajo, sino también para poder disfrutar de mejores servicios.
Algo tan básico como, por ejemplo, tener más opciones educativas o más opciones médicas.
Por ejemplo, en las zonas más rurales o en las capitales de provincia menos pobladas no puedes estudiar determinadas carreras universitarias o la oferta es menor.
En las zonas rurales no todos los pueblos tienen un centro de salud o incluso un colegio.
Esto hace que sobre todo la gente más joven termine yéndose a lugares que curan más sus necesidades en ese sentido.
De esta manera tenemos el último factor que provoca esta despoblación, y es un factor demográfico.
Los jóvenes buscan ir a las grandes ciudades por todas las ventajas que hemos explicado.
Esto hace que en las zonas rurales haya un envejecimiento de la población que provoca que poco a poco cierren los comercios y otras actividades económicas del pueblo.
Al final solo quedan jubilados en el pueblo y es un sitio muy complicado para prosperar si eres joven.
Esto además lleva a encontrarnos con pueblos prácticamente deshabitados porque la población ha ido envejeciendo y no ha habido ese relevo generacional.
Dicho de forma clara lo que comentaba antes, las ciudades se vuelven más y más atractivas para la gente y también para las empresas.
Y con los pueblos ocurre lo contrario, cada vez son menos atractivos y como cada vez hay menos gente en los pueblos, resulta más caro tener servicios públicos en ese pueblo y poco a poco van cerrando o empeorando su calidad.
Aunque económicamente las ciudades tienen mucho más sentido y lógica, la realidad es que se pierde el patrimonio cultural, la identidad cultural y las tradiciones ligadas a esos pueblos y a la vida rural.
Pero hay otra consecuencia económica importante de la despoblación rural que muchas veces pasa desapercibida.
Cuando la gente abandona los pueblos, no solo cierran comercios o bares, también se debilitan sectores fundamentales como la ganadería y la agricultura.
No es que falten tierras o recursos, lo que falta es gente para trabajar en estos sectores.
Esto provoca que muchas explotaciones agrícolas y ganaderas tengan que cerrar o reducir su producción porque no encuentran trabajadores.
Los datos dicen que solamente el 1,5 % de los trabajadores en el sector agrícola tiene menos de 25 años.
Otra de las consecuencias, quizá una que no viste venir, es el impacto medioambiental que trae consigo la despoblación.
Pues mira, oyente, si se abandonan las zonas rurales, se abandona el campo y las actividades que ayudan a que todo funcione bien.
Un ejemplo es la desertización de los campos, que aumenta el riesgo de incendios.
Por ejemplo, el abandono del pastoreo hace que los campos crezcan de forma descontrolada.
Antes, los rebaños ayudaban a mantener limpia la vegetación, comían matorrales y hierbas secas que, si se acumulan, pueden convertirse en combustible en caso de incendio.
De hecho, en muchas zonas de España están intentando recuperar estas prácticas de pastoreo precisamente como estrategia para prevenir fuegos forestales.
Así que cuando ya no hay animales que cuidan del paisaje, aumenta el riesgo de incendios y se pierde el equilibrio natural de esos ecosistemas.
Además, la desaparición de las pequeñas explotaciones ganaderas también tiene otro la pérdida de biodiversidad y de gestión sostenible del entorno.
La ganadería extensiva, aunque requiere más espacio y recursos por animal, cumple un papel clave en el mantenimiento de ciertos paisajes, como las dehesas o los pastos de montaña, que dependen de la actividad humana para mantenerse vivos.
Y hay un aspecto más cuando cierran estas pequeñas explotaciones, esa producción queda en manos de las grandes granjas industriales, las llamadas macrogranjas.
Estas son mucho más eficientes desde un punto de vista económico y productivo, pero esa eficiencia genera grandes cantidades de residuos e impacto ambiental.
Bueno, es complicado responder esta pregunta porque la realidad es que las ciudades tienen muchas ventajas y es lógico que mucha gente quiera vivir en las ciudades.
Hay más oportunidades laborales, mayor oferta cultural, mejores servicios sanitarios y educativos, más ocio, más y mejores conexiones de transporte.
Además, aunque pueda sonar contradictorio, las ciudades, en algunos aspectos, son más sostenibles que los pueblos.
Porque en una ciudad la densidad de población es mucho mayor, entonces las infraestructuras y los diferentes servicios son utilizados por muchas personas y en un solo espacio de terreno pueden vivir muchas personas, generando menos impacto ambiental.
En cambio, en un pueblo las casas están más dispersas y ocupan más terreno, las distancias son mayores.
Te desplazas más en coche o haces desplazamientos más largos, necesitas construir más carreteras y ocupas mucho más espacio que en una ciudad, destruyendo más hábitats naturales.
Eso sí, está claro que vivir en un pueblo es una forma más natural de vivir, pues estás más conectado con la naturaleza, es un ritmo más tranquilo y saludable.
Yo, si puedo elegir, prefiero vivir en un pueblo pequeño pero con los servicios básicos, que en una gran ciudad.
¿Entonces, si las ciudades son más atractivas para muchas personas y hasta podrían ser más sostenibles, por qué deberíamos preocuparnos por la despoblación rural?
Pues porque el problema no es solo cuánta gente vive en un lugar, sino qué papel cumple ese lugar en el equilibrio del país.
El medio rural no solo es un sitio donde vive gente, también es donde se producen muchos de nuestros alimentos, donde se cuida del territorio, donde se mantiene parte de nuestra cultura y donde está gran parte de la biodiversidad.
Y, por supuesto, vivir en una zona rural puede ser muy atractivo para algunas personas y es una opción que está bien tener.
Si los pueblos siguen perdiendo habitantes de esta forma, llegará un momento en el que vivir en un pueblo ya no sea una opción viable.
Una de las cuestiones que piden es que se mejoren las infraestructuras de los pueblos y las zonas rurales para que no sea tan complicado vivir en una zona rural, aunque es evidente que esto es complicado de hacer si cada vez vive menos gente en esos lugares.
Otra propuesta es revitalizar la economía de estos lugares, y eso se hace impulsando nuevos proyectos en la industria ganadera o agrícola, pero también con otro tipo de proyectos, por ejemplo, de turismo rural u otro tipo de negocios.
Es el caso de bodegas que estaban casi abandonadas y que las han cogido las nuevas generaciones haciendo auténticas maravillas.
Desde Espacios Rurales, una de las cosas que se está haciendo es impulsar iniciativas que animan a la gente de las ciudades a irse a vivir a zonas despobladas.
Por un lado tenemos el proyecto l Puebla, en el que tienen como objetivo repoblar el pueblo de Lé Tour en Albacete, mediante la creación de viviendas asequibles y dando facilidades a familias para irse a vivir allí.
Por otra parte, está el proyecto Arraigo, que ayuda a las personas que quieren vivir en un pueblo a encontrar un lugar rural donde vivir y empezar su vida.
Digamos que son como un intermediario entre personas buscando pueblos y pueblos buscando personas.
Al final, de todos los motivos por los que los jóvenes abandonan los pueblos, el más importante es no poder encontrar trabajo o no poder desarrollarse profesionalmente.
Por eso hay personas que trabajan desde casa que están empezando a mudarse los pueblos.
Y además, ahora que hay Internet por satélite asequible y de buena calidad, no tener una buena conexión a Internet ya no es una excusa.
Llanos y Giuliano son una pareja joven y pueden teletrabajar, así que tienen libertad para vivir donde quieran.
Han vivido en muchos sitios del mundo como Alicante, Londres, Lisboa, Australia o la India.
La pandemia que hizo que mucha gente se replanteara su vida, les pilló en Lisboa, en un piso pequeño por el que pagaban muchísimo dinero y decidieron que ya era suficiente, querían cambiar de aires.
Así lo explican te cruzas con los vecinos y te paras a hablar, te saludan, te cuidan.
Está claro que esto de la despoblación rural es un círculo vicioso que es difícil de parar.
¿Y dime la verdad, oyente, después de este episodio, no has recordado esos momentos en los que estás muy estresado por el ritmo de vida de la ciudad y en los que te has parado y has qué hago yo aquí?
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