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Empezaremos descubriendo una parte del cuerpo donde se han encontrado microplásticos, seguiremos con un posible cuadro falso en uno de los mayores museos del mundo y terminaremos con alguien que perdió su trabajo por cambiarse de casa.
Pues gracias a la primera noticia de hoy verás que hay plásticos hasta donde menos te lo esperas.
La noticia de hoy parte de una investigación llevada a cabo en España, más concretamente por la Universidad de Murcia junto con las clínicas de reproducción asistida Next Fertility.
Pues mira oyente, se ha detectado la presencia de varios microplásticos diferentes en muy baja concentración en los fluidos reproductores humanos, es decir, donde se desarrollan tanto el semen como los óvulos.
Si te parece, antes de conocer las posibles consecuencias de esto, vamos a ver cómo se ha realizado este estudio.
Esta investigación se hizo gracias a las muestras de plasma seminal de 22 donantes y el fluido folicular de 29 mujeres que están en tratamiento de fertilidad.
El caso es que se encontró presencia de microplásticos en el 69% de las muestras de fluido folicular, que es el líquido donde se desarrollan los ovocitos, que serán los futuros óvulos.
Pues mira qué mejor que te lo cuente la persona encargada de realizar esta parte del estudio.
En ambos grupos se identificaron diversos polímeros microplásticos de uso común, como politetrafluorootileno, poliestireno, tereftalato de polietileno, poliamida, PA y poliuretano.
Bueno, diferentes tipos de plásticos, no nos vamos a complicar La cuestión es que no se sabe cómo han llegado esos plásticos hasta ahí.
Pero todo parece indicar que las tres vías de entrada de los microplásticos en el cuerpo son inhaladas, ingeridas o por la piel.
A partir de ahí habrá que averiguar cómo han llegado a los fluidos reproductores.
Pues lo cierto, la verdad más absoluta, es que no se sabe porque no hay estudios sobre este tema en humanos.
Uno de los expertos de esto en animales se aventura a decir, extrapolando los datos que posee, que posiblemente estos microplásticos podrían tener un efecto oxidativo en inflamatorio, cosa que podría afectar tanto al número de espermatozoides como al desarrollo del ovocito.
Cada vez hay más estudios que indican que los microplásticos podrían tener efectos negativos en la salud humana.
Un estudio reciente sugiere que la presencia de microplásticos en las arterias podría estar asociada con un mayor riesgo de infarto, ictus y muerte.
Además, estudios en animales apuntan a que podrían dañar el ADN, aunque en humanos aún no se ha demostrado.
Evidentemente, los datos de este estudio son menos alarmantes porque es una presencia muy pequeña.
Por eso piden prudencia, porque no se sabe cuál puede ser su impacto o cómo nos afecta.
Pero lo que sí podemos decir es que seguramente esto será el inicio de la investigación del efecto de los microplásticos en la salud reproductiva de los humanos.
Ahora imagínate que te dijeran que ese cuadro que has admirado toda la vida es falso.
Pues de un cuadro que se duda si es verdadero o no es de lo que vamos a hablar en la segunda historia de hoy.
El cuadro del que vamos a hablar se encuentra en la National Gallery de Londres, más concretamente en la sala 15, por si estás por allí y te apetece ir a verlo.
Se trata de Sansón y Dalila y está atribuido a Rubens, que es el gran maestro del barroco flamenco.
El museo dice que sí, pero hay personas que dicen que no, como la pintora e historiadora del arte Euphrosyn Doxiadis.
Ella fue la primera vez que lo vi en un abrir y cerrar de ojos, era 1987 en la National Gallery.
Me di cuenta de inmediato de que no era un Rubens, era una copia barata de las que ves expuestas los domingos en la calle Bayswater, donde los pintores cuelgan sus cuadros en la verja que rodea el londinense Hyde Park.
Quizá primero tenemos que saber algo de la historia de este cuadro para comprender estas dudas.
De manera rápida te cuento que este cuadro lo pintó Rubens a principios del XVII para su amigo y mentor, el alcalde de Amberes Nicolas Rocox.
Cuando murió el alcalde En el año 1640, el cuadro desapareció y desde ahí sólo se sabe de su existencia de manera indirecta por un cuadro llamado Cena en la casa del burgomaestre Roccox, donde aparece ese cuadro colgado en una pared y por un grabado del cuadro que seguramente encargó el propio dueño.
El cuadro reaparece en el año 1929 en París y un experto en Rubens da fe de su autoría, entonces la National Gallery lo compra por 2,5 millones de libras esterlinas en el año 1980.
Lo primero es que se descubrió que este experto en Rubens dio por buenos cuadros falsos de Rubens, lo típico, recibió sobornos por mentir en varias ocasiones.
El primer detalle es el pie de Sansón, ya que en el cuadro actual está recortado con el marco, no está completo, cosa que es difícil de creer que hiciera así el famoso pintor porque era experto en pintar pies.
El segundo detalle es la estatua de Venus y Cupido que aparece en la esquina superior izquierda y que está pintada de manera bastante tosca.
El tercer detalle se ve al fondo del cuadro a la derecha, ahí aparece una puerta y cinco personas, pues en el otro cuadro y en el grabado solo aparecen tres.
Es más, esta experta va más allá y cree que es obra de uno de los discípulos de Joaquín Sorolla, que a principios del siglo XX copiaban a los clásicos para ejercitarse y hacían cambios en el cuadro para dejar clara la buena fe de la copia.
Esta experta pone nombre y apellidos a la supuesta copia y cree que es obra de Gastón Lévy.
Sin embargo, desde el museo reivindica la autoría y hace poco han publicado un extenso estudio firmado por los mayores expertos en este pintor.
Y han este extenso estudio, dirigido por nuestro equipo de conservadores y científicos, que usa las técnicas más modernas en imagen y análisis, ofrece pruebas muy concluyentes de la autoría, así como de la transparencia de nuestras tareas de investigación.
Sinceramente, no he revisado ese estudio, y aunque lo hubiera revisado, no sé nada de arte, así que en mi opinión no valdría nada.
Supongo que el museo habrá hecho un buen trabajo analizando ese cuadro, pero que cada uno saque sus propias conclusiones.
Lo que está claro, oyente, es que seguro que ahora tienes más ganas de ver este cuadro, ¿Verdad?
El caso es que allá Por el año 2021 consiguió trabajo como desarrollador senior en una agencia digital importante para después.
Cuando Nathan se incorporó al trabajo todavía había ciertas restricciones derivadas de la Covid-19, por lo que las condiciones laborales eran flexibles y podían teletrabajar.
De hecho, el equipo al que entró a formar parte tenía un componente de trabajo remoto y podían tener hasta cuatro días semanales de teletrabajo.
Pero claro, parece ser que en la entrevista de trabajo le dejaron claro que eso eran condiciones extraordinarias, que el trabajo remoto no era lo habitual y que en condiciones normales los empleados tienen que trabajar al menos tres días a la semana en la oficina.
Ahora que sabemos cómo era su trabajo, vamos a hablar de la búsqueda de casa de Nathan.
Resulta que En el año 2023 nuestro protagonista decide buscar una casa nueva y en diciembre del 2024 encuentra su hogar soñado en la ciudad de Whanganui, cosa que supone un problema para la empresa.
Pues mira, porque resulta que esta ciudad está a dos horas y media de su trabajo y desde la empresa dijeron que esto suponía un conflicto con sus condiciones laborales.
Básicamente lo que pasaba es que Nathan decía que él podía teletrabajar como había estado haciendo y la empresa le dijo que no.
Le dijeron que le permitían teletrabajar hasta que llegara marzo y que a partir de ese momento ya no era viable hacer cuatro días de trabajo remoto porque tenía que acudir de manera presencial al menos tres días a la oficina.
Él pensó si llegamos a marzo y no he encontrado nada, supongo que mientras pueda ir a la oficina un día a la semana como estoy haciendo ahora, seguiré teniendo trabajo, ¿No?
Obviamente voy a esforzarme al máximo porque el desplazamiento sería un rollo, pero solo me aseguro de que no me dejen sin trabajo.
Y le dijo a la empresa que él iba a seguir como siempre y que si lo necesitaban algún día de manera presencial, que se lo hicieran saber con tiempo porque él estaría disponible.
Pero lo cierto es que Nathan, por mucho que luchó por poder teletrabajar, la empresa dijo que nanai y lo terminó despidiendo.
Nathan fue más allá y luchó para que declararan el despido improcedente, pero las autoridades le dieron la razón a la empresa porque el teletrabajo era algo temporal y la empresa no había incumplido ningún tipo de contrato.
Parece que no podemos reprochar nada a la empresa de Nathan porque se lo habían dejado bastante claro.
Es un poco raro que justo cuando se compra la casa ya no pueda teletrabajar tanto.
Yo solo espero, oyente, que la casa que encontró fuera tan maravillosa para que mereciera la pena todo este lío.
Antes de acabar, recuerda que puedes utilizar este podcast en tu rutina de aprendizaje con todo el contenido extra.