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Hoy hablamos, episodio 2150 Jane Goodall Bienvenido a Hoy Hablamos, el podcast para aprender español cada día.
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La gente siente que es muy poca cosa y que no puede hacer nada ante la inmensidad del problema.
Pero si cada uno de nosotros cada día tomamos conciencia de lo que hacemos, lo que compramos, de dónde viene, si ha sido fabricado por niños esclavos o causa sufrimiento a los animales de esas granjas, factorías o proviene de una agricultura intensiva con abuso de productos químicos, si al principio somos cien, luego mil y luego millones, el cambio sí es posible.
Este es el telegrama de respuesta del paleontólogo Louis Leakey ante los hallazgos de su pupila Jane Goodall, al observar los chimpancés en Tanzania.
Parece un simple telegrama, pero en realidad es uno de los más importantes de la historia de la ciencia y demuestra el enorme impacto que Goodall ha tenido para la humanidad y para el estudio de la evolución.
Porque Goodall demostró que los humanos no éramos tan especiales como nos creíamos.
Así que, si te parece, vamos a conocer un poco más a esta increíble mujer llamada Jane Goodall.
No se crió en el propio Londres, sino que creció en la casa familiar de Bournemouth, en el sur de Inglaterra.
Cómo nos marca muchas veces el lugar donde nos criamos y y las cosas que nos pasan de niños, ¿Verdad?
Aparentemente, desde que tenía un año y medio o dos, solía estudiar insectos, cualquier cosa.
De niña le regalaron un peluche que era un chimpancé al que le puso de nombre Jubilee.
Su labor, años después y por lo que pasaría a la historia, se basó en observar a los chimpancés, quizá influenciada por su peluche.
Pero te cuento algo que hizo de pequeña para que entendamos que la pasión por observar le venía de niña.
Cuenta que cuando tenía cuatro años se preguntaba cómo salían los huevos de la gallina.
Ella no fue consciente del tiempo que pasó allí y cuando volvió a casa, su madre estaba desesperada y había llamado a la policía porque no sabía dónde estaba.
Era estudiante de secretariado y había ahorrado algo de dinero trabajando como secretaria.
Decidió gastar ese dinero en un viaje para ver a una amiga suya que tenía una casa en Kenia.
Una vez allí, su amiga le dijo que por qué no intentaba ponerse en contacto y conocer al famoso antropólogo Louis Leakey.
Te recuerdo que ella no tenía ningún tipo de estudio oficial de ciencias o relacionado con este campo de estudio, pero decidió pedir una cita para hablar con él sobre animales.
Se ve que se cayeron bien y Jane consiguió un trabajo con Leakey, aunque en un primer momento fue un trabajo de secretaria.
Antes de seguir con la historia de Jane, tenemos que pararnos un segundo para hablar de Leaky.
Por aquel entonces, este antropólogo tenía ideas que para ese momento eran enormemente innovadoras.
Él pensaba que si se observaba a los grandes simios podían dar pistas sobre cómo era la conducta de los primeros homínidos.
Es más, en su mente tenía la idea de buscar algún investigador que se dedicara a observar a los chimpancés salvajes en su hábitat natural.
Esto que hoy en día nos parece algo normal, por aquel entonces era impensable porque no se había hecho nunca.
Una joven que se va a internar en la selva, pero al final, como Lick insistió, está bien, pero tiene que tener a alguien con ella.
De esta manera, En el año 1960, James llegó en barco a orillas del lago Tanganyika, en Tanzania, en lo que hoy es el Parque Nacional Gombe Stream.
Allí plantó su tienda de campaña y se dedicó a observar a los chimpancés salvajes por primera vez.
Por cierto, el proyecto en principio iba a durar seis meses, pero se alargó y todavía hoy sigue activo.
Y lo curioso y es que el hecho de no tener estudios en el tema fue algo que a ella le benefició.
Solo tenía su pasión por la naturaleza y los animales, la capacidad de observación y la paciencia.
Esto le dio la oportunidad de realizar esta tarea libre de todos los prejuicios e ideas preconcebidas que había en ese momento sobre estos animales.
Uno de los grandes descubrimientos fue cuando observó que los chimpancés cogían ramas, les quitaban las hojas hasta que conseguían una fina rama y metían esta rama por un nido de termitas para conseguir alimento.
De hecho, el telegrama que mencioné al principio del episodio fue raíz de este descubrimiento.
Porque hasta ese momento se creía que lo que diferenciaba a los humanos de los animales era aquello que se conocía como man de toolmaker.
Es decir, la diferencia es que el ser humano era capaz de fabricar herramientas y los animales, como los chimpancés, no sabían fabricar herramientas durante mucho tiempo.
Y de repente, y observa la prueba de que el ser humano no es el único animal que fabrica herramientas.
Este hecho se considera un antes y un después en la comprensión de la evolución cognitiva.
Otro de los grandes hallazgos de Yen fue el hecho de no hablar de los chimpancés como un ente, sino que puso encima de la mesa que cada individuo tenía su propia personalidad.
Observó la personalidad y la psicología de cada uno de ellos y los describió como tímidos, violentos, reflexivos o cariñosos.
No solo los observó de manera individual, sino que se dio cuenta de que tenían sus propias jerarquías y se comportaban socialmente.
Descubrió que, en contra de lo que se podía pensar, los chimpancés tenían estructuras sociales complejas, ya que se unían y se separaban por grupos.
Además, entendió que se transmitían entre ellos no solo conocimientos básicos de cómo cazar o curarse una herida, sino también sentimientos hasta ese momento reservados sólo para los humanos, como podían ser el amor, los celos o la ira.
De las observaciones más cruentas de las que fue testigo Jennifer fue cuando un grupo de chimpancés creció tanto en número de miembros que finalmente se dividió en dos.
Empezaron una terrible guerra entre ellos que terminó con la aniquilación de uno de los grupos.
Fue la primera vez que se observó en un grupo no humano violencia organizada y con una duración larga en el tiempo.
Resumiéndolo mucho, podríamos decir que Yen, con sus observaciones demostró que no hay una línea tan clara que nos separa a los humanos de los animales y que por mucho que nos cueste aceptarlo, los simios y nosotros tenemos grandes similitudes.
Jayne había estado 20 años dedicada a la observación y al estudio de los chimpancés.
Pero no se había dedicado solo a eso, ya que se había sacado un doctorado por la Universidad de Cambridge.
Fue una de las pocas personas a las que se les permitió sacarse un doctorado sin tener una licenciatura previa.
En ese año decide dejar su investigación, pasar el relevo a otras personas y dedicarse al activismo.
Desde ese momento se dedicó no solo a transmitir sus conocimientos sobre los chimpancés, sino también a crear conciencia.
Conciencia sobre nuestro ecosistema, a generar empatía y protección hacia nuestro entorno.
Además, invitó a reflexionar sobre nosotros mismos como especie, sobre nuestra relación con otras especies y sobre todo, a tomar conciencia de que la relación con el entorno tendría que cambiar abogando por un estilo de vida más sostenible.
Publicó libros, artículos y documentales y está considerada una de las científicas y activistas más importantes de la historia.
Y fíjate que, a pesar de no tener ningún título universitario en un principio, ha sido nombrada doctoris honoris causa por más de 45 universidades del mundo.
También ha recibido grandes galardones como el Premio Príncipe de Asturias de Investigación, la Legión de Honor de la República de Francia, el título de Dama del Imperio Británico o la Medalla de Oro de la UNESCO.
Tristemente, falleció el pasado 1 de octubre en Los Ángeles a los 91 años, mientras se encontraba en una gira de conferencias por Estados Unidos.
Por cierto, hace no mucho estuvo en el programa La Revuelta en España, por si te apetece verlo.
Decía ella que después de una conferencia en Burundi, un niño le preguntó si recojo un pedazo de basura todos los días, ¿Eso marcará una diferencia?
A lo que ella respondió sí, y ¿Podrías persuadir a diez de tus amigos para que recojan la basura todos los días y luego cada uno de ellos puede persuadir a 10 de sus amigos?
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