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Hoy hablamos, episodio 2168 Un año desde la DANA Bienvenido a Hoy Hablamos, el podcast para aprender español cada día.
Hace poco leí una frase que me dejó El dolor no desaparece, simplemente aprendemos a hacerle sitio.
Creo que no hay una frase que defina mejor lo que ha pasado en Valencia desde la Dana del 29 de octubre de 2024.
Ya ha pasado un año desde aquel día en el que una lluvia torrencial convirtió en tragedia lo que parecía una simple tormenta.
Un año desde que vimos imágenes imposibles de calles convertidas en ríos, coches arrastrados por el agua, familias subidas a los tejados pidiendo ayuda y un país entero en shock.
Las noticias duran lo mismo que un vídeo de Instagram y cuando pasa algo terrible, parece que solo nos afecta durante unos segundos hasta que llega la siguiente.
En muchos pueblos de Valencia, el dolor y la reconstrucción siguen presentes cada día.
Una depresión aislada en niveles altos, una DANA, una tormenta muy fuerte descargó una cantidad de lluvia descomunal sobre el levante español.
En cuestión de horas, las calles se inundaron, las casas se llenaron de barro y el agua arrasó con todo lo que encontró a su paso.
Más de 200 personas perdieron la vida y cientos de familias lo perdieron su casa, sus recuerdos, sus negocios.
Llegaban imágenes de rescates heroicos, de bomberos y voluntarios que trabajaban sin descanso, de vecinos que ayudaban a vecinos.
Si hay algo que se recuerda con orgullo en la Comunidad Valenciana es la ola de solidaridad que se vivió después de la tragedia.
Miles de voluntarios de toda España llegaron para ayudar, limpiando calles, repartiendo comida, rescatando animales.
Las asociaciones vecinales se organizaron de forma ejemplar y muchos jóvenes se implicaron por primera vez en el voluntariado.
12 meses después esos pueblos han recuperado la normalidad, aunque todavía hay heridas abiertas.
Las cifras oficiales dicen que la mayoría de las viviendas afectadas ya se han rehabilitado o demolido, pero todavía hay familias viviendo en pisos alquilados o en casas prefabricadas.
Algunas zonas rurales, sobre todo las más cercanas a los cauces de los ríos, siguen mostrando las marcas del agua en los muros como una huella de la tragedia que todavía no se borra.
Los ayuntamientos han recibido ayudas del gobierno y de la Unión Europea para reconstruir infraestructuras bá carreteras, colegios, centros de salud.
La prioridad ha sido reforzar la seguridad para evitar nuevos problemas relacionados con el cauce de los ríos, con nuevos sistemas de drenaje, muros de contención y sensores de nivel del agua conectados con los servicios de emergencia.
También se han creado protocolos para mejorar la comunicación entre las distintas administraciones de forma que una alerta meteorológica no se quede solo en un informe técnico, sino que llegue de manera efectiva a la población.
Porque en esta situación, la terrible actuación de la administración pública que tardó muchas horas en alertar a la población, fue el mayor error de todos.
La alerta a los ciudadanos llegó tan tarde que el agua ya había inundado gravemente muchas poblaciones y muchos ciudadanos ya no tenían escapatoria.
Si la alerta se hubiera dado antes, posiblemente muchas vidas se hubieran salvado.
Pero más allá de la reconstrucción física hay otra reconstrucción más difí la emocional.
En los pueblos más afectados se organizan charlas con psicólogos y grupos de apoyo.
Los expertos dicen que muchos sufren lo que se llama estrés postraumático por catástrofe natural.
Algunos perdieron familiares, otros vieron cómo el agua se llevaba toda una vida de esfuerzo, su casa, su negocio, sus recuerdos.
Hace poco hubo otra alerta meteorológica en la zona que por suerte no provocó problemas graves.
Otra reflexión importante de este año tiene que ver cómo se ha planificado nuestro entorno urbano.
Han quedado al descubierto los efectos de construir demasiado cerca el agua y de modificar el cauce natural de los ríos, porque los pueblos que sufrieron estas inundaciones estaban ubicados en el que antes era el cauce natural del río.
Muchos estudios señalan que la urbanización en zonas inundables y el abandono de los cauces han agravado los daños.
Por ello se están impulsando actuaciones para reconstruir encauzamientos, crear zonas donde el agua pueda extenderse sin causar daños y revisar la normativa urbanística en diversos municipios.
En algunos casos se han propuesto medidas recuperar márgenes de ríos y barrancos para que actúen como espacios de amortiguación.
Y aquí entra una parte esencial de la catá la gestión pública y la exigencia de responsabilidades.
Tras la tragedia hubo movilización, indignación y peticiones de dimisión al máximo responsable de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón.
Finalmente, un año después, el 3 de noviembre de este año, presentó su dimisión tras meses de protesta social y de presión judicial, ya que hay un juicio abierto que todavía está investigando y juzgando la actuación de la administración pública durante la catástrofe.
Durante las comisiones de investigación en las Cortes, Mazón evitó aclarar varias cuestiones clave sobre su actuación en aquellas horas críticas y negó tener responsabilidad operativa, acusando al gobierno central de falta de información.
Sin embargo, con el avance de la investigación han salido a la luz detalles que dejan en mal lugar a Amazon.
Se ha confirmado que mientras las inundaciones se estaban produciendo, el presidente se encontraba en una comida con una periodista que se prolongó durante varias horas.
En ese tiempo, la situación estaba empeorando y las autoridades locales reclamaban coordinación y órdenes claras.
En lugar de finalizar la comida y acudir a la reunión de emergencia, Mazón siguió tranquilamente con la comida y con la sobremesa con esta periodista.
Esto lo sabemos porque la periodista ha tenido que declarar como testigo en el juicio.
Mazón llegó muy tarde a la reunión de emergencia y la alerta dirigida a los ciudadanos se emitió con muchísimo retraso.
A lo largo del año, las familias afectadas no solo han pedido ayuda para reconstruir sus casas y pueblos, sino que también han pedido justicia y saber la verdad.
Quieren que los responsables de no haber actuado correctamente ante esta tragedia, asuman su responsabilidad y dimitan y sean juzgados Por ello uno de los temas que más ha marcado el último año ha sido la gestión de las ayudas.
El gobierno central, el gobierno autonómico y la Unión Europea han destinado millones de euros para la reconstrucción.
Como suele ocurrir en nuestro país, la burocracia ha sido un escollo, ha ralentizado todo el proceso.
Algunos vecinos siguen esperando las indemnizaciones y otros han tenido que endeudarse para reparar su vivienda.
En los primeros meses tras la tragedia los trámites eran confusos y lentos debido a la inundación.
Muchas personas perdieron documentos originales que tenían que presentar para obtener las ayudas.
Otras personas no sabían cómo justificar los daños para para poder recibir estas ayudas.
Aún así, poco a poco las ayudas han ido llegando y los municipios más afectados comienzan a recuperarse.
Han surgido asociaciones de víctimas que trabajan para coordinar la información y asesorar a quienes todavía no han recibido nada.
Se han creado fondos solidarios impulsados por particulares, ONGs y empresas locales decisivos para las familias que quedaron en una situación y límite.
Sin embargo, también aprendimos por las malas que debemos estar mejor preparados.
Debemos exigir a nuestras administraciones que tengan planes de crisis y que los puestos de dirección estén ocupados por personas preparadas.
No puede ser que la directora de emergencias no sepa que se puede enviar un SMS a los ciudadanos cuando hay una alerta o emergencia.
Y tampoco puede ser que un presidente siga comiendo y de cháchara tranquilamente mientras en su comunidad hay ciudadanos que literalmente se están ahogando de debido a unas inundaciones.
Las tragedias no solo destruyen, también unen y hacen que un país se mire al espejo.
Durante este año en colegios, universidades y asociaciones se han hecho actos para recordar lo que pasó, para hablar de resiliencia y de prevención.
En Valencia se inauguró un muro de piedra con con los nombres de las víctimas para que cada 29 de octubre se recuerde que los fallecidos no solo son un número, porque detrás de cada cifra hay una persona, una familia, una vida truncada.
Muchos negocios han reabierto con apoyo de campañas locales que promueven comprar productos de la zona de La Dana como forma de apoyar la economía local.
Incluso se han puesto en marcha proyectos de energía renovable y planes de empleo que priorizan a los afectados.
Este año, durante el primer aniversario, se celebró un funeral de Estado en Valencia.
Ese funeral también fue lo que precipitó la dimisión de Mazón, el presidente de la comunidad, ya que momentos antes de que empezase, con el presidente presente en la sala, se oyeron bastantes gritos e insultos hacia su persona.
Después de ese momento de tensión, fue un acto solemne, sencillo y lleno de emoción.
Se leyeron los nombres de todas las víctimas y en el aire había un silencio que decía más que cualquier discurso.
Familias afectadas, voluntarios, vecinos y autoridades se reunieron no solo para llorar, sino también para recordar una de las frases que marcó el evento Mientras exista la memoria, nunca habrá olvido.
Vamos a finalizar este episodio con las palabras de una chica que perdió a su madre en La Dana, que dijo estas palabras en el funeral de hoy hace un año que nos cambió la vida a todos y todavía sentimos el vacío que nos dejaron aquellos días.
Ha pasado ya un año, un año en el que el agua lo arrasó todo, las calles, las casas, las vidas, no sólo de aquellas personas que se fueron, sino también de las que nos quedamos.
Por eso quiero que este acto no sea solo un homenaje a quienes se fueron, sino un reconocimiento a los que seguimos aquí, a los que seguimos caminando con cicatrices en el alma pero mirada firme.